Una nueva comprensión de la Revelación
La revelación no es, en realidad, unas palabras o unos textos, sino el proceso vital existencial de un pueblo que hizo una experiencia religiosa, experiencia que se materializó finalmente en una expresión escrita. La revelación no es el texto, no son las palabras, no es un libro. Es más bien el proceso, la experiencia religiosa misma por la que ese pueblo, como todos los demás pueblos, trató de darse un sentido para su vida, a partir de los mitos del mundo religioso y cultural en que vivía, pero matizado y rehecho por la experiencia de Dios que vivieron en su historia.
No hay revelación en estado puro... La revelación sólo se da en la densidad de lo humano, en el laborioso proceso de las tradiciones, en la capacidad cultural del ambiente y en las posibilidades de la lengua, en el esfuerzo por responder a las preguntas y necesidades concretas de las diversas comunidades, en la reflexión teológica de figuras individuales o de comunidades determinadas. «Se da en» todo eso; no decimos que «se reduzca a» ello. La revelación es «la manifestación del fondo del ser para el conocimiento humano».
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