La mayor parte de mi vida fui un cristiano devoto, creyente en Dios, confiando en Cristo para ser salvo, entendiendo que Dios estaba involucrado activamente con el mundo. Durante mi adultez, fui evangélico, con una firme creencia que la Biblia era la Palabra de Dios, infalible e inerrante. Durante estos años mantenía perspectivas simples y comunes acerca de como puede existir tanto dolor y miseria en el mundo. Dios nos ha dado libre albedrío (no fuimos programados como robots), sin embargo, ya que somos libres de hacer el bien también podemos hacer el mal - por lo tanto el Holocausto, el genocidio de Cambodia, y así sucesivamente-. Para ser sincero, esta perspectiva no explicaba todo el mal en el mundo, pero una gran parte del sufrimiento era un sufrimiento y el final, Dios enderezará todo lo que ha estado torcido.
En la mitad de mis 20, abandoné el espacio evangélico, pero permanecí como Cristiano por otros veinte años - Creyendo en Dios, confesando mis pecados, yendo a la iglesia, que ya no sostenía la inerrancia de las Escrituras pero que creía que la Biblia contenía la Palabra de Dios, una fuente confiable para la reflexión teológica. Mientras más estudiaba la tradición cristiana, primero como estudiante graduado de seminario y luego como un joven erudito enseñando cursos bíblicos en las universidades, mis perspectivas teológicas se fueron complicando junto con mi entendimiento del mundo y nuestro lugar en él.
El tema del sufrimiento se fue volviendo un problema cada vez más grande para mi y para mi fe. ¿Cómo puede uno explicar todo el dolor y la miseria en el mundo si Dios - el creador y redentor de todo- es soberano sobre este, ejerciendo su voluntad tanto en el gran marco como en las pequeñas cosas de nuestra vida? ¿por qué, preguntaba, hay una hambruna rampante en el mundo? ¿ por qué existen sequías, epidemias, huracanes y terremotos? si Dios responde ¿por qué no respondió las oraciones de millones de fieles judíos durante el Holocausto? ¿o de los fieles Cristianos que también sufrieron tormento y muerte en manos de los Nazis? Si Dios se preocupa de responder las pequeñas oraciones de mi vida cotidiana, ¿por qué no respondió mis grandes oraciones y las de otros cuando millones de personas eran asesinadas en Khmer Rouge en Cambodia, cuando una avalancha de lodo asesinó 30.000 vidas mientras dormían, en cuestión de minutos, cuando desastres de toda clase causados por humanos y por la naturaleza ocurrian en el mundo?.
Leí ampliamente sobre la materia. Leí filósofos, teólogos, eruditos bíblicos, grandes figuras literarias y autores populares desde Platón a Sartre, de Apuleyo a Dostoevsky, desde el apóstol Pablo a Henri Nouwen, Desde Shakespeare a T.S. Eliot a Archibald Macleish, de C.S. Lewis (a quien tomaba muy en serio) a Harold Kushner a Elie Wiesel.
Eventualmente, mientras era un pensador cristiano, llegué a creer que Dios mismo está profundamente preocupado con el sufrimiento e íntimamente involucrado con él. El mensaje cristiano, para mi, en ese momento, era que Jesucristo es la revelación de Dios a nosotros los humanos, y que en Jesús podemos ver como Dios trata con el mundo y se relaciona con él. Él se relaciona, pensaba, no conquistándolo sino sufriendo por él. Jesús no se estableció en un trono en Jerusalén para reinar el Reino de Dios. Él fue crucificado por los romanos, sufriendo una dolorosa, insportable y humillante muerte por nosotros. ¿Cómo es Dios? Él es un Dios que sufre. La forma en que trata con el sufrimiento es sufriéndolo por nosotros y con nosotros.
Esta fue mi cosmovisión durante años, y todavía la considero una cosmovisión poderoa. Sería una cosmovisión a la que me aferraría todavía, si aún fuera cristiano. Pero no lo soy.
Alrededor de 9 o 10 años atrás me di cuenta que ya no creía más en el mensaje cristiano. Una gran parte de mi alejamiento de la fe la tuvo mi preocupación por el sufrimiento. Simplemente no puedo sostener la cosmosvisión - que consideraba como esencial a la fe cristiana - que Dios está activo en el mundo, que constestaba las oraciones, que intervenía en favor de sus fieles, que trajo salvación en el pasado y que en el futuro, eventualmente en el final venidero, el enderezaría todo lo que ha estado torcido, que reivindicaría su nombre y su pueblo y traería un buen reino (ya sea en nuestras muertes, o aquí en la tierra en una utópica existencia futura).
Vivimos en un mundo en el que un niño muere de hambre cada 5 segundos. Cada 5 segundos. Cada minuto hay 25 personas que mueren a causa de falta de agua potable. Cada hora mueren 700 personas de malaria. ¿Dónde está Dios en todo esto? Vivimos en un mundo donde los terremotos en los Himalayas acaban con 50.000 vidas y dejan a 3 millones sin techo frente al invierno que prosigue. Vivimos en un mundo donde un huracán destruye Nueva Orleans, donde un Tsunami mata 300.000 personas en una sola barrida, donde millones de niños nacen con horribles defectos de nacimiento.¿y dónde está Dios? Decir que eventualmente Él enderezará todo lo que está torcido me parece, ahora, una pura ilusión.
Resulta ser que, mis varias luchas con el problema me han llevado, aún como agnóstico, de vuelta a la Biblia, para observar como los diferentes autores de la biblia luchan con esta, la más grande de las preguntas humanas. El resultado es mi libro reciente, El problema de Dios: como la Biblia falla en responder nuestra pregunta más importante - el por qué sufrimos. Mi argumento es que muchos de los autores de la Biblia luchan con esta pregunta: ¿por qué las personas (especialmente el pueblo de Dios) sufren? Las respuestas bíblicas son sorprendentes, a veces por su simplicidad y su poder (el sufrimiento viene como castigo de Dios por el pecado; el sufrimiento es una prueba de fe; el sufrimiento es creado por poderes cósmicos alineados en contra de Dios y su pueblo; el sufrimiento es un gran misterio y no tenemos derecho a preguntar por qué sucede; el sufrimiento es redentor y es el medio por el cual Dios trae salvación, y así sucesivamente). Algunas de estas respuestas están en desacuerdo con otras (¿es Dios o son sus enemigos cósmicos quienes están creando estragos en la tierra?), sin embargo muchas de ellas continúan informando a los pensadores religiosos de hoy.
Mi esperanza al escribir el libro no es alentar a las personas a volverse agnósticas, el camino que yo elegí. Es en su lugar el ayudar a la gente a pensar, tanto acerca de esta la más grande de todas las preguntas posibles y acerca de las respuestas histórica y culturalmente significativas que se pueden encontrar para ella en el libro más importante de nuestra civilización.
En la mitad de mis 20, abandoné el espacio evangélico, pero permanecí como Cristiano por otros veinte años - Creyendo en Dios, confesando mis pecados, yendo a la iglesia, que ya no sostenía la inerrancia de las Escrituras pero que creía que la Biblia contenía la Palabra de Dios, una fuente confiable para la reflexión teológica. Mientras más estudiaba la tradición cristiana, primero como estudiante graduado de seminario y luego como un joven erudito enseñando cursos bíblicos en las universidades, mis perspectivas teológicas se fueron complicando junto con mi entendimiento del mundo y nuestro lugar en él.
El tema del sufrimiento se fue volviendo un problema cada vez más grande para mi y para mi fe. ¿Cómo puede uno explicar todo el dolor y la miseria en el mundo si Dios - el creador y redentor de todo- es soberano sobre este, ejerciendo su voluntad tanto en el gran marco como en las pequeñas cosas de nuestra vida? ¿por qué, preguntaba, hay una hambruna rampante en el mundo? ¿ por qué existen sequías, epidemias, huracanes y terremotos? si Dios responde ¿por qué no respondió las oraciones de millones de fieles judíos durante el Holocausto? ¿o de los fieles Cristianos que también sufrieron tormento y muerte en manos de los Nazis? Si Dios se preocupa de responder las pequeñas oraciones de mi vida cotidiana, ¿por qué no respondió mis grandes oraciones y las de otros cuando millones de personas eran asesinadas en Khmer Rouge en Cambodia, cuando una avalancha de lodo asesinó 30.000 vidas mientras dormían, en cuestión de minutos, cuando desastres de toda clase causados por humanos y por la naturaleza ocurrian en el mundo?.
Leí ampliamente sobre la materia. Leí filósofos, teólogos, eruditos bíblicos, grandes figuras literarias y autores populares desde Platón a Sartre, de Apuleyo a Dostoevsky, desde el apóstol Pablo a Henri Nouwen, Desde Shakespeare a T.S. Eliot a Archibald Macleish, de C.S. Lewis (a quien tomaba muy en serio) a Harold Kushner a Elie Wiesel.
Eventualmente, mientras era un pensador cristiano, llegué a creer que Dios mismo está profundamente preocupado con el sufrimiento e íntimamente involucrado con él. El mensaje cristiano, para mi, en ese momento, era que Jesucristo es la revelación de Dios a nosotros los humanos, y que en Jesús podemos ver como Dios trata con el mundo y se relaciona con él. Él se relaciona, pensaba, no conquistándolo sino sufriendo por él. Jesús no se estableció en un trono en Jerusalén para reinar el Reino de Dios. Él fue crucificado por los romanos, sufriendo una dolorosa, insportable y humillante muerte por nosotros. ¿Cómo es Dios? Él es un Dios que sufre. La forma en que trata con el sufrimiento es sufriéndolo por nosotros y con nosotros.
Esta fue mi cosmovisión durante años, y todavía la considero una cosmovisión poderoa. Sería una cosmovisión a la que me aferraría todavía, si aún fuera cristiano. Pero no lo soy.
Alrededor de 9 o 10 años atrás me di cuenta que ya no creía más en el mensaje cristiano. Una gran parte de mi alejamiento de la fe la tuvo mi preocupación por el sufrimiento. Simplemente no puedo sostener la cosmosvisión - que consideraba como esencial a la fe cristiana - que Dios está activo en el mundo, que constestaba las oraciones, que intervenía en favor de sus fieles, que trajo salvación en el pasado y que en el futuro, eventualmente en el final venidero, el enderezaría todo lo que ha estado torcido, que reivindicaría su nombre y su pueblo y traería un buen reino (ya sea en nuestras muertes, o aquí en la tierra en una utópica existencia futura).
Vivimos en un mundo en el que un niño muere de hambre cada 5 segundos. Cada 5 segundos. Cada minuto hay 25 personas que mueren a causa de falta de agua potable. Cada hora mueren 700 personas de malaria. ¿Dónde está Dios en todo esto? Vivimos en un mundo donde los terremotos en los Himalayas acaban con 50.000 vidas y dejan a 3 millones sin techo frente al invierno que prosigue. Vivimos en un mundo donde un huracán destruye Nueva Orleans, donde un Tsunami mata 300.000 personas en una sola barrida, donde millones de niños nacen con horribles defectos de nacimiento.¿y dónde está Dios? Decir que eventualmente Él enderezará todo lo que está torcido me parece, ahora, una pura ilusión.
Resulta ser que, mis varias luchas con el problema me han llevado, aún como agnóstico, de vuelta a la Biblia, para observar como los diferentes autores de la biblia luchan con esta, la más grande de las preguntas humanas. El resultado es mi libro reciente, El problema de Dios: como la Biblia falla en responder nuestra pregunta más importante - el por qué sufrimos. Mi argumento es que muchos de los autores de la Biblia luchan con esta pregunta: ¿por qué las personas (especialmente el pueblo de Dios) sufren? Las respuestas bíblicas son sorprendentes, a veces por su simplicidad y su poder (el sufrimiento viene como castigo de Dios por el pecado; el sufrimiento es una prueba de fe; el sufrimiento es creado por poderes cósmicos alineados en contra de Dios y su pueblo; el sufrimiento es un gran misterio y no tenemos derecho a preguntar por qué sucede; el sufrimiento es redentor y es el medio por el cual Dios trae salvación, y así sucesivamente). Algunas de estas respuestas están en desacuerdo con otras (¿es Dios o son sus enemigos cósmicos quienes están creando estragos en la tierra?), sin embargo muchas de ellas continúan informando a los pensadores religiosos de hoy.
Mi esperanza al escribir el libro no es alentar a las personas a volverse agnósticas, el camino que yo elegí. Es en su lugar el ayudar a la gente a pensar, tanto acerca de esta la más grande de todas las preguntas posibles y acerca de las respuestas histórica y culturalmente significativas que se pueden encontrar para ella en el libro más importante de nuestra civilización.
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