Ricardo Gondim |
Sólo sé que Él se convirtió en el residente del campo de mis pensamientos. Presente en los vuelos de mi imaginación, se transformó en el más dulce punto de mis interrogaciones. Causa de toda inquietud, se convirtió en la fuente de mi clarividencia.
Sólo sé que Él se desplegó como una bandera sobre mis hombros. Por amar tanto y tan formidablemente, el silicio, las purgaciones, los sacrificios, todo fue sustituido por el atrevimiento. En el sótano de la tortura, nuestros sentimientos de culpa, han encontrado una clínica, en su regazo.
Libros contables que registraban mis errores fueron arrancados. Me enfrento a la eternidad con la sensación de que las sentencias están suspendidas. Ya no escapo de Él como de un Atila. Yo lo llamo misericordioso.
Sólo sé que Él ardió el delicado filamento de enciende la luz de mis ojos. Él fue la columna que marcó la colina de mi alma; soy un jardín cerrado. Él es el badajo que dobla la campana de mi corazón y la alforja donde guardo los aciertos y desaciertos de mi destino.
Sólo se que Él me fascina con su luz refractada de muchos matices. Suyo es el tinte rojo que pinta mi rostro como un rubor del sol. Su amarillo me brinda con azafrán el misterio trascendental. Veo un púrpura que me viste de púrpura real. Su blanco es lunar y mi plata. Su negro me imprime de un nanquín celestial. Por su causa, mi alma refleja el azúl de los océanos vírgenes.
¿Qué decir de Dios? ¡tan poco! callado, sólo espero que mi asombro celebre el tamaño de mi reverencia.
Fuente: Emeurgencia
Ricardo Gondim es un pastor y teólogo brasileño, presidente nacional de la Asamblea de Dios Betesda, presidente del Instituto Cristiano de Estudios Contemporáneos, conferencista. Tiene programa de radio y es colunista de varios medios de comunicación.
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